HISTORIA DE EL SALVADOR
1. ÉPOCA PRECOLOMBINA,
1.1 GRUPOS INDÍGENAS QUE HABITARON EL ACTUAL TERRITORIO SALVADOREÑO.
El Salvador
es una pequeña República situada en el corazón de América Central, es
la de menor extensión territorial en todo el continente, con una
población estimada en aproximadamente seis millones de habitantes. Al
recorrer todo el país, podemos constatar una total homogeneidad de raza y
cultura, notando una ausencia casi total de minorías raciales y
étnicas.
Los indígenas que poblaron el actual territorio salvadoreño,
implicaban cuatro elementos principales: los autóctonos, los proto -
nahoas, los maya - quiché y los aztecas o mejicanos que parece ser, son
los ascendientes inmediatos de nuestros pipiles.
Según la carta - informe del Lic. Dr. Don Diego García del Palacio,
dirigida al Rey Felipe II, en 1576, se hablaban en lo que hoy es El
Salvador, cinco lenguas distintas: Pipil, chontal, popoluca, patón y
taulepalua.
Al occidente del país se localizaban los izalcos, al centro la
capital del señorío de Cuzcatlán y al oriente de la actual república se
encontraban los pueblos chontales desde Iztepeque al pie del volcán de
San Vicente hasta la región del Chaparrastique al oriente del río Lempa.
En la misma región oriental del Chaparrastique se localizaron algunas
tribus Lencas en las márgenes del río Torola en Morazán .
En el actual territorio de Chalatenango, florecieron las tribus
Chorties en los alrededores de la población de Tejutla y en las
cercanías de la actual ciudad de Chalchuapa, donde se pueden apreciar
hoy en día las monumentales Ruinas del Tazumal, se desarrollaron los
Pokomanes que también pertenecen a la familia Maya - Quiché .
La lengua que se hablaba en la región central y occidental del país
era el nahuatl, del cual aún se conservan sus raíces primeras, aunque
esto no impedía que se hablaran otras lenguas como era el caso del
pokomán en Santa Ana y el potón en la región norte del departamento de
La Unión.
Podríamos afirmar que la región propiamente pipil comprendía desde el
río Paz hasta la margen occidental del río Lempa, lo que corresponde
aproximadamente las 2/3 partes del actual territorio salvadoreño.
1.1.1 EL TERRITORIO DE CUZCATLAN.
La región pipil denominada antiguamente "Nequepio" y más
recientemente "Cuzcatlán" (todavía se denomina así al territorio
salvadoreño), se componía esencialmente de varios cacicazgos: El más
importante de ellos, el "Señorío de Cuzcatlán" que comprendía la región
central del país; y el de Señorío de Izalco, cuya ciudad principal era
Tecuzalco y que se extendía por el actual departamento de Sonsonate
La palabra "Cuzcatlán" significa "Tierra de Preseas" debido a la abundancia de riquezas naturales de la región.
La capital del señorío de Cuzcatlán era la ciudad del mismo nombre,
generalmente considerada como la metrópoli de la región pipil. Estaba
situada a 8 kilómetros al S/O. de la actual capital de la República, en
sus afueras se podía gozar de los beneficios de una hermosa laguna que
empezó a secarse después del terremoto de 1873. Actualmente estos
terrenos son ocupados por la ciudad de Antiguo Cuzcatlán.
Pedro de Alvarado en su segunda carta a Hernán Cortez, hablaba de las
importancias y riquezas de nuestra región pipil, en las que se
apreciaban "edificios de cal y canto sin grandes obras monumentales" .
Se cree que los pipiles vinieron de México a fundar los Izalcos y
Cuzcatlán en el año 1054 D.C., dirigidos por un príncipe tolteca,
después de su derrota en una sangrienta disputa sobre sucesión
dinástica. Aunque esta puede no ser una fecha exacta, las
investigaciones arqueológicas indican hasta ahora que la migración se
dio en el siglo XI .
1.1.2 ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LOS PIPILES.
Al momento de la invasión española, los pipiles poseían una
democracia militar cuya organización se fundaba en el régimen por tribus
con propiedad común sobre la tierra. En la sociedad pipil existía la
esclavitud pero no desde la concepción de los europeos, por el
contrario, esta esclavitud era más bien un vasallaje en el que el
esclavo poseía su rancho, su esposa, mobiliario, su porción de terreno,
sus hijos y su libertad, a excepción de algunas épocas donde debía
trabajar para su señor.
En 1552, los "Oidores" de México, escribieron al Rey Carlos V,
manifestándola que entre los indios existía la esclavitud pero "esa
servidumbre era distinta a la otra". Decía que "los indios trataban a
sus esclavos como parientes y vasallos" y en cambio "los cristianos
(españoles) lo hacían como si estos fueran perros" .
La esclavitud era aplicada en los pipiles solamente contra aquellos
que se negaban a casarse y a trabajar la tierra, pero su libertad plena
la podían recuperar y sus hijos no la heredaban.
Esto contrastó enormemente con los conquistadores quienes herraban a
los indios como bestias. De este modo se pretendía "catequizar" a los
indios americanos, asimismo, castigaban cruelmente a los que se
conservaban en apego con sus antiguas creencias. En 1639, el Obispo de
Yucatán, P. Pedro Sánchez de Aguilar, publicó el "Informe Contra
Idolorum Cultores", el cual tenía el propósito de sostener que los
Obispos tenían pleno derecho de encarcelar y hacer azotar a los indios
que recayesen o conservasen sus creencias y prácticas. Estas actitudes
de algunos miembros de la Iglesia contrastaban grandemente con el
mensaje evangélico de Nuestro Señor Jesucristo, aunque hay que reconocer
la obra de muchos sacerdotes como Fray Bartolomé de las Casas, quienes
por estar alejados de los centros de poder de aquellos tiempos, cumplían
a cabalidad la misión evangelizadora entre los habitantes naturales de
la zona.
Los pipiles guardaban obediencia plena al Cacique cuya principal
misión era procurar siempre el orden y la paz de su pueblo así como
evitar que sus súbditos estuvieran ociosos; a su muerte, el pueblo lo
lloraba durante cuatro días, al cabo de los cuales se consideraba que su
alma estaba gozando junto a los dioses por lo que se procedía a su
inhumación en posición sentada y ataviado con sus mejores vestidos
La organización social de nuestros antepasados estaba básicamente
estratificada en tres niveles: los nobles o "pipiltziu" que comprendían a
los más denodados guerreros y a los más austeros y virtuosos
ciudadanos, también se les denominaba capules o chinacalli; en segundo
lugar estaba la clase media compuesta por los comerciantes y artesanos y
en tercer lugar los plebeyos o Mazehuales .
En cuanto a la organización familiar no existían las uniones de
hecho, los pipiles creían en el matrimonio en el cual existía igualdad
de condiciones para ambos compañeros y se efectuaba de doble carácter,
de contrato civil y de acto religioso .
El arreglo del matrimonio durante la adolescencia de los cónyuges por
parte de las familias respectivas buscaba combatir la prostitución. El
matrimonio se consideraba para toda la vida y el adulterio era castigado
con la muerte. Los hijos manifestaban por lo general un venerable
respeto hacia sus padres, el padre se denominaba "tatli" o "izcacauhtli"
y la madre "nantli"; la herencia familiar correspondía al hijo mayor
quien quedaba como "jefe de familia", y a falta de herederos, el Estado
recogía la heredad. El divorcio era tolerado pero no estaba legalmente
establecido .
En la sociedad pipil nadie podía tomar la justicia por cuenta propia;
la pena de muerte, que consistía en el despeñamiento del imputado desde
grandes alturas, se aplicaba en los casos de homicidio, adulterio,
homosexualidad, apropiación ilícita de propiedades, negligencia al menos
por dos años en el cultivo del terreno destinado para el mantenimiento
de huérfanos, la traición, la usurpación de funciones o insignias
militares, la seducción de las vírgenes con voto de castidad y la
embriaguez de los sacerdotes.
La embriaguez entre los pipiles era castigada a excepción de las
fiestas públicas y en las personas mayores de 70 años. El servicio
militar era obligatorio a los quince años de edad y no existía la
declaratoria de guerra.
La guerra entre las diversas tribus y mini - estados eran frecuentes
antes de la conquista española; se realizaba con arcos, flechas, lanzas y
gruesas bandas de algodón para proteger el cuerpo , pero en términos
generales, los antiguos pipiles vivían en una total armonía con la
naturaleza.
Para el indio, el uso de la tierra y la recolección de los frutos
eran parte inseparable de su existencia cotidiana. La tierra en que
vivían era parte trascendental de su ser; era el misterio de donde
procedían, del cual dependían, y al cual habrían de volver. Se
identificaba con su medio natural hasta con un grado que sería
incomprensible para los miembros de las sociedades industriales modernas
El indio aprendió a respetar el medio ambiente y a considerar a todos
los seres vivos junto a su existencia, como partes integrales del mundo
natural y sobrenatural. No intentó cambiar este mundo, simplemente
quiso representar el papel que creyó, le había sido destinado, y pagar
su contribución al incesante ciclo de la existencia con un modelo de
vida que respetaba la comunidad del hombre, animales, plantas, tierra y
clima como un todo único y armonioso.
El uso que del suelo hacía el indígena era más personal e íntimo que
el de aquellos que lo hacen modernamente. La oración quiché a Tzultacah,
los dioses de la tierra, expresa la intimidad de esta relación: "...tú,
¡Oh! Dios, tú Señor de los montes y valles...; Estoy bajo tus pies,
bajo tus manos" .
1.1.3 LOS SEÑORES DE CUZCATLAN.
La tradición ha conservado los nombres de los últimos "Señores de
Cuzcatlán": Cuahumichín, Tutecotzimit, Pilguanzimit, Tonalhut y Atlacatl
quien supuestamente fue tomado preso y ahorcado por Alvarado junto a
todo su séquito, a pesar de la hospitalidad brindada a los
conquistadores.
Algunas veces se pone en duda la existencia histórica de Atlacatl ya
que en un manuscrito cachiquel se encontró el nombre de ATONAL (que
significa "Sol de Agua"), como el último de los príncipes cuscatlecos.
Tanto a Atlacatl como a Atonal se les concede el mérito de haber herido a
Pedro de Alvarado en la batalla de Acaxual. Quizás Atlacatl sea un
personaje legendario pero lo cierto es que aún hoy en día es considerado
como el símbolo de la resistencia cuscatleca a la conquista española.